miércoles, 15 de marzo de 2023

Se cumplen 99 años del natalicio de José Ignacio Rucci.

 



José Ignacio Rucci nació en Alcorta, Santa Fe, el 15 de marzo de 1924. Fue un dirigente sindical perteneciente a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM),considerado el hombre más importante del entorno de Juan Domingo Perón.


Su ascenso en la militancia sindical


En 1946 comenzó a formarse en la tarea sindical y pasó a cobrar relevancia luego de la dictadura militar autodenominada Revolución Libertadora que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, como miembro activo de la llamada Resistencia Peronista. Tras el nacimiento de las 62 organizaciones, rama política de la CGT, Rucci comenzó a escalar posiciones rápidamente junto al dirigente Augusto Timoteo Vandor dentro de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) a la que pertenecían y del movimiento sindical en general. Vandor fue luego asesinado en 1969.


Fue dirigente gremial en la importante fábrica siderúrgica SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina, actual Ternium), de San Nicolás de los Arroyos-Ramallo; en 1960 asumió la Secretaría de Prensa de la Unión Obrero Metalúrgica, acompañando a Vandor, Paulino Niembro, Avelino Fernández y Lorenzo Miguel, y en 1964 fue designado interventor en la seccional San Nicolás, donde luego fue secretario general.


Mantuvo una fuerte polémica, incluso con solicitadas en los diarios, con el sindicalista de la provincia de Córdoba, Agustín Tosco, que representaba una posición más combativa y de izquierda que la de Rucci.


Tosco afirmaba que "Rucci y sus discípulos son prisioneros por sus compromisos con los detentadores del poder". Por su parte Rucci sintetizaba la figura de Tosco, como el de un dirigente que aborrecía todo lo que fuera peronismo. Tosco y Rucci tuvieron varios cruces mediáticos


Su actuación como secretario general de la CGT


17 de noviembre de 1972: Perón en Ezeiza, bajo el paraguas de Rucci, recién llegado de su exilio.

En 1970 fue designado secretario general de la CGT y desde allí fue uno de los impulsores del regreso de Juan Domingo Perón al país, enfrentándose al sector colaboracionista de Rogelio Coria, que en ese momento presidía las 62 Organizaciones sindicales peronistas. Rucci se mostraba así alineado con "la derecha peronista", el grupo de dirigentes encolumnados ciegamente detrás del líder, sórdidamente enfrentado al poder creciente de las facciones más "de izquierda" como ERP, Montoneros, FAR, FAP y PRT.




El 13 de febrero de 1973, Rucci participó como orador en un acto realizado frente a un cine en la ciudad bonaerense de Chivilcoy en el marco de la campaña electoral. En un reportaje Rucci contó que entre las 23,30 y 24 horas mientras con otros dirigentes esperaban dentro del cine que finalizara la desconcentración del público, escucharon disparos en la calle y al salir encontraron muerto a su secretario Osvaldo Bianculli. 


Fue asesinado por Montoneros el 25 de septiembre de 1973. Su crimen sigue impune. Sus asesinos ocupan cargos politicos de la actualidad argentina.

viernes, 15 de octubre de 2021

Hace 77 años Peròn hablaba en Junín: "Aspira el gobierno surgido de la Revolución a que el trabajador, sin distinción de raza o sexo, tenga derecho de obtener por su labor lo necesario para vivir con dignidad"

 DISCURSO EN LA CONCENTRACION POPULAR REALIZADA EN EL PARQUE MUNICIPAL DE JUNIN (Bs. As) Juan Domingo Perón [15 de Octubre de 1944]




Comprovincianos: La Revolución del 4 de junio trae un ideal y una realidad transformadores del panorama político, económico y social argentino. De ella surgirá una nueva política, no vagamente y como un germen, sino integralmente y en su detalle creando no sólo los principios, sino la terminología, el estilo y la emoción de las nuevas formas.

Retengo fe en las instituciones republicanas democráticas del país. Pero instituciones y pensamiento político es sólo una dimensión de la política. La otra es la realización. Democracia no ha sido jamás venalidad, ni fraude, ni mentira, ni explotación, ni injusticia social.

La voluntad popular, base angular de un gobierno de libertad, exige el ejercicio honesto de las virtudes de la democracia que se realizan en la justicia social, como fundamento del bienestar general.

La exaltación de los principios, sino su cumplimiento. Pueblo sobre el que se suceden los gobiernos, productos del engaño, es pueblo que carece de libertad. La libertad presupone honradez y justicia. Por eso afirmo que vivimos una nueva era en la vida de la Nación, que afirmará principios morales de convivencia, que habían sido olvidados en perjuicio del pueblo.

El gobierno honrado del pueblo comporta poseer un régimen limpio; implica, asimismo, el deber de realizar, con organismos adecuados, todo cuanto es menester al libre ejercicio de los derechos y garantías de la Constitución Nacional, creados para lograr el bienestar general.

¿Vivía el país un régimen semejante?

¿Existía libertad para elegir gobierno?

¿Había organismos apropiados para satisfacer las necesidades de un Estado moderno?

¿Se realizaba la justicia social?

Todo el país puede responder en un solo grito a estas preguntas que me formulo desde los más profundo de mi conciencia de ciudadano. Todo había sido falseado: la libertad, la ciudadanía, la función directriz, la justicia y la moral. Como consecuencia de ello nuestro pueblo estaba al borde de perder sus fuerzas más ponderables: la esperanza y la fe.

La más oscura y venal de las oligarquías en poder del Estado, había montado una máquina electoral que dio al pueblo el derecho de votar, pero jamás el de elegir sus gobernantes. Como si ello fuera poco, llegó a repartirse las ganancias con los caciques, aparentemente de la oposición.

Se ha pretendido hacer creer al pueblo que esa logia funesta de demagogos representaba la clase dirigente del país, su élite, y que, como tal, estaba formada “por sabios, por ricos y por buenos”. Hay que observar que los “sabios rara vez han sido ricos y los ricos rara vez han sido buenos”. Sin olvidar que ni sabios ni buenos han encontrado un lugar entre los políticos criollos.

Nosotros realizamos leal y sinceramente una política social encaminada a dar al trabajador un lugar humano en la sociedad. Lo tratamos como hermano y como argentino. Ellos dicen que somos demagogos.

Demagogia han hecho ellos, verdaderos enemigos de la democracia, que en vez de dignificar el trabajo, humanizar el capital y elevar material y moralmente el pueblo, se dedicaron a adularlo, exaltando las malas pasiones, fomentando el espíritu de indisciplina social y contribuyendo a falsear y extraviar la noción de la cosa pública, indispensable para la obra ciudadana en toda democracia.

Esa política inferior ha enfermado al país de caciques y señorones. Es menester que surjan ya hombres sencillos y sinceros con ardientes deseos y firme decisión de trabajar lealmente para el bien común de los argentinos.

Ellos barrerán los verdaderos demagogos con empaques de señor, que han sido los industrializadores de la política, en la que a menudo han logrado lo único que poseen: una riqueza mal habida.

El eminente profesor y jurisconsulto doctor Bielsa, el referirse a este espécimen político que llama el cacique en la función pública, dice: “Pan y circo es hoy como en las postrimerías de la República romana, lo que se da al pueblo, aunque con menos generosidad: quinielas (fuente de abundante coima oficial), prostitución (que también da pitanza), y en las fiestas: alcohol, taba y monte”. Y ellos dicen para detener nuestra política social, que hacemos demagogia en las masas obreras, cuando defendemos sus derechos de vivir con dignidad de argentinos.

Sus personeros llegan hasta mí para decirme: “Tenga cuidado coronel, usted hace un juego peligroso co los trabajadores. Ellos sacarán todo el provecho posible, y luego le volverán la espalda”. Yo contesto, invariablemente, que solo anhelo de los trabajadores un recuerdo justo y amistoso para el funcionario que ha sabido cumplir con su deber. No realizo esta obra con interés personal ni político, y eso es lo parece inverosímil para ellos.

La Secretaría de Trabajo desea poner orden en el buen sentido de la palabra, no como una presión que se ejerce desde afuera de la sociedad con la policía o con la fuerza al servicio de la injusticia, sino suscitando un verdadero equilibrio en su interior. Trabaja así, no para perpetuar la felicidad y el bien de unos pocos, sino para defender contra el más a los muchos.

La demagogia, la avaricia y el egoísmo, en una trilogía morbosa, comienzan su sistemática oposición a la obra política, económica y social de la Revolución. Ellos no pueden concebir que ésta sea una revolución que alcance también a los pobres, como si la justicia fuera un privilegio de la fortuna.

Los malos políticos se oponen porque no pueden aceptar de buen grado que nosotros estemos realizando en meses, lo que ellos han venido prometiendo en vano desde hace más de cuarenta años.

Los avaros y los egoístas formas un frente común de resistencia, pero con ello no impedirán que el Estado cumpla con su deber; hacer respetar, proteger y amparar el trabajo manual o intelectual, poniéndole en tales condiciones de defensa que lo hagan vulnerable a los ataques de quienes lanzan el poderío anónimo de su capital para la explotación del hombre por el hombre.

Hoy llegamos a todo el país con el Estatuto del Peón, que llenará una necesidad sentida en los campos argentinos. Sé bien que ello no agradará a algunos patrones sin conciencia. Sé también que será motivo de críticas por parte de algunos merodeadores de las grandes empresas y escribas sin escrúpulos al servicio de los poderosos, que ya han visto mal que yo defienda con más emoción el perfeccionamiento de la raza humana.

Entendemos que en muchos aspectos, la situación de los peones había llegado, en ciertas oportunidades, a ser una forma disimulada de la esclavitud. No de otra manera ha de considerarse a hombres que solo perciben un sueldo de 20 o 30 pesos al mes.

En el proceso de recuperación integral en que estamos empeñados ponemos todas nuestras más sanas y puras intenciones, nuestra más honda fe patriótica y nuestra propia vida, si ello fuera necesario.

El progreso general exige, ante todo, una reconstrucción en los cuadros de dirección e importa la creación de nuevos organismos para que el Estado cumpla los fines impuestos por la evolución económica y social que trae el progreso.

Entre ellos, para referirse a algunos organismos que más de cerca tocan las necesidades de esta zona, se encuentran la Secretaría de Comercio o Industria y la Secretaría de Trabajo y Previsión. La primera atiende la conservación, el desenvolvimiento y a creación de nuevas fuentes de trabajo; la segunda ha iniciado una profunda transformación en la política social del país.

Una fomenta ya, toda política que favorezca el progreso comercial e industrial; y tendrá en cuenta las zonas del país para apoyar, con toda la fuerza del estado, la inversión de capitales que pueden y deben, en lo posible, ser locales, teniendo al desarrollo y engrandecimiento de la pequeña industria, que hoy solo tiene una vida precaria en proporción al valor técnico de la producción. Debemos cuidar el florecimiento de esos pequeños talleres donde se encuentran los verdaderos artistas, y de cuya maquinaria y artículos se habla con respeto en todo el territorio de la República.

La Secretaría de Trabajo y Previsión, por su parte, cuida el factor humano, que es la base de la riqueza. Trabaja sin fatuidad ni intemperancia, con fe, comprensión y amor.

Los problemas del campo son encarados también integralmente; desde el agricultor y el ganadero hasta el peón de campo tienen soluciones que regularán armónicamente sus necesidades, sus derechos y sus deberes.

En nuestro espíritu no gravitan prejuicios cunado defendemos el factor humano, como fuente de riqueza natural de la Nación. No apoyamos al trabajador contra el capital sano, ni los monopolios contra la clase trabajadora, sino que propiciamos soluciones que beneficien por igual a los trabajadores, al comercio y a la industria, porque nos interesa únicamente el bien de la Patria.

La Secretaría de Trabajo y Previsión traduce el afán revolucionario de crear mejores condiciones de vida para la clase trabajadora argentina, porque entendemos que la miseria es disociadora e incita a la rebeldía, forja en páginas dolorosas el desaliento y la desesperación, destruye la moral y conduce a la declinación de los pueblos.

Ese es el organismo de los trabajadores. Allí se enseña y se aprende a defender a los económicamente débiles, a los humildes. Nació del contacto entre los soldados y los obreros, y actúa como el órgano más sensible y vibrante del Estado, para recoger el reclamo de los trabajadores de la ciudad y del campo, desde Jujuy a Tierra del Fuego, y desde los Andes al Plata.

Aspira el gobierno surgido de la Revolución a que el trabajador, sin distinción de raza o sexo, tenga derecho de obtener por su labor lo necesario para vivir con dignidad, de modo que le permita atender las necesidades propias de su subsistencia y las de su hogar. Buena alimentación, vestimenta adecuada, vivienda sana y decorosa; libre y alegre desarrollo físico y espiritual y protección biológica y económica contra los riesgos sociales y profesionales, son los basamentos inconmovibles de nuestra política social, impulsada vigorosamente desde lo más profundo de la conciencia popular argentina.

Debemos cuidar al ser humano. No se concibe una sociedad donde ello no sea una preocupación fundamental de los hombres de gobierno.

Yo, como argentino, estría más orgulloso si fuéramos famosos en el mundo por la perfección de nuestros hombres, que por la hermosura y pureza de nuestros ganados.

Otros, en cambio, piensan lo contrario. Ese profundo error, esa desviación de los imperativos de la razón, de los sentimientos y del espíritu, ha estimulado celosamente el crecimiento de los bienes materiales y ha abandonado a una inmensa parte de las mujeres y de los hombres a los azares de una organización jurídica y social deficiente, que en pleno siglo XX admite todavía la ignorancia y la miseria de grandes núcleos humanos.

Quiero repetir frente a los hombres de mi provincia, lo que en profunda vibración resuena en todos los pueblos del mundo; el trabajo no es una mercancía, y la pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad general.

Una Argentina de trabajadores con salarios miserables, podrá enriquecer a algunos pocos, pero labrará segura y fatalmente su propia ruina. El capital debe ser creador, como que es el producto honrado del propio trabajo. Cuando todo esto sea bien comprendido, cuando ambos factores, capital y trabajo, bajo la tutela del Estado, actúen y se desarrollen armónicamente, los símbolos de la paz social presidirán el vigoroso progreso de la Nación.

Mientras tanto, bajo la pesada carga de un egoísmo individualista absorbente, los humildes deberán buscar en la asociación y en la fuerza de los organismos del Estado la protección del derecho de vivir con dignidad.

Respetamos la libertad sindical, pero preferimos, por razones de beneficio colectivo, los gremios unidos en un haz indisoluble e inquebrantable.

El Gobierno afirma su propósito de orientar su acción y la plenitud de sus energías en el noble afán de conquistar para los trabajadores de la ciudad y del campo el reconocimiento y el respeto de todos sus derechos.

Con viva emoción he llegado a este progresista pueblo de mi provincia, cuyo historial refleja una lucha fervorosa y continua en su marcha constante para lograr el bien común; pero también con la serenidad que trasciende de su sentido celular de paz, que absorbe las pasiones, que purificando el sentir y el pensar, y fortaleciendo el espíritu en esta enconada porfía que nos debatimos en defensa de los derechos del pueblo todo de la República.

Hay fuerzas del mal que oponen dificultades a nuestra marcha enérgica y viril. En la antigüedad, cuando se describía a los distintos países, al tocas puntos desconocidos, se optaba por suprimirlos, poniendo una advertencia que decía: “De aquí en adelante no hay sino arenales faltos de agua y silvestres, o pantanos impenetrables”. Nosotros ignoramos ese tipo de oposición, porque la mueven intereses mezquinos y aviesos, porque responden a fuerzas destructoras en lo social y en lo moral, y porque no negamos sitio a la colaboración honesta y virtuosa, en el ardiente deseo de elaborar una Argentina de hombres verdaderamente libres.

JUAN DOMINGO PERON

martes, 10 de marzo de 2020

Se cumplen 63 años de esta carta de Perón a Leloir donde le deja, con mucha sutileza, en claro como defeccionó como dirigente




Carta a Alejandro Leloir 10 de marzo de 1957

Escrito por Juan Domingo Perón.

Caracas, 10 de marzo de 1957.-

Al Compañero "Pécari"(Sr. Alejandro Leloir) Buenos Aires

Mi querido amigo:

Contesto su carta del 18 de febrero pasado y sus palabras me satisfacen como peronista, así como comprendo toda la intensidad con que la canalla dictatorial ha ejercido el más infame de los despropósitos, que ha llevado a nuestra gente a la desesperación y a la rebelión total. Miles de ciudadanos encarcelados, torturados física y moralmente, fusilados, masacrados, perseguidos y escarnecidos por las bandas de asesinos y ladrones que representan a este "gobierno" de alimañas, han escrito para nosotros las "tablas del sacrificio peronista" que no en vano gravitan ya sobre nuestros espíritus y sobre nuestras decisiones. Por eso recibo sus palabras de virilidad y de intransigencia con todo mi regocijo de amigo y de peronista.

El Movimiento Peronista, en todas sus formas y agrupaciones ha nacido al influjo de una misión, que es su razón de ser: "Dar al Pueblo lo que le corresponde". Eso es lo que ningún peronista puede olvidar. El día que no cumpliésemos esa misión, el Peronismo habría dejado de tener una razón de existir. Durante diez años hemos cumplido fielmente esta misión y el Pueblo lo entiende así.

La mala dada aventura de los marinos y militares al servicio de las fuerzas de la reacción y mercenarios de los intereses foráneos, han quitado al Pueblo lo que nosotros le habíamos dado y lo han sumido nuevamente en la miseria, la tiranía y la explota­ción. La economía ha vuelto de nuevo al coloniaje y la soberanía de la Nación al vasallaje que nosotros combatimos y deste­rramos.

El deber de la hora, para el Movimiento Peronista, no puede ser otro, precisamente, que devolver lo que la canalla dictatorial ha quitado al Pueblo. Toda otra consideración ha pasado a segundo término. Los que piensen que el deber de este momento puede ser el de pacificar la Nación y complicarse en soluciones a espaldas del Pueblo y en su perjuicio, están traicionando la misión que nos corresponde cumplir. Si se nos cierran los caminos pacíficos debemos prepararnos para obtener el objetivo por los violentos aunque éstos sean todo lo cruento que se pueda imaginar.

En mi concepto este es el punto de partida para poder encuadrar el momento que vivimos en la verdadera situación que vive la Patria. Al declarar fuera de la Ley al Peronismo, la dictadura que azota al país, ha pretendido anular la voluntad soberana del Pueblo para someterla a los dictados de una minoría usurpadora que, en nombre de intereses impopulares pretende dictar la ley a una mayoría absoluta y consciente de la verdad y la justicia que la asiste. Luego, para perpetuarse en el Gobierno o prolongarse a través de un Gobierno que le cubra las espaldas y les asegure el "cogote" en peligro, pretenden dejar sus sucesores asentados sobre el fraude y la estaba a la opinión pública, sin darse cuenta que se trata de un problema de opinión que no ha de resolverse sino mediante la opinión. La fuerza podrá posponer la solución de ese problema, pero no lo podrá resolver.

Una mayoría que se dejara burlar de esta manera sería responsable de veinte años de anarquía que envolvería a la Nación con las consecuencias previsibles. Por esa razón no debemos consentir que se de escape político a esta dictadura, afirmando ya en 1945 que "la era del fraude había terminado". Ese, que es uno de los derechos del Pueblo, debe merecernos el respeto que nos haga accionar con todo lo que tenemos para evitar el regreso de las peores épocas de la República, aunque para conseguirlo tengamos que empeñarnos en una larga y sangrienta lucha.

El Pueblo Argentino es justicialista y nuestra doctrina es la suya. Los usurpadores han cerrado el camino para que ese pueblo pueda imponerla mediante la solución de los comicios como corresponde a la verdadera democracia que dicen defender; en consecuencia, no nos queda otro camino que el de la violencia para hacerlo. La derogación por decreto de la Constitución Na­cional Justicialista, está indicando que la dictadura acciona contra el Pueblo y contra su verdadera doctrina, no contra un partido o un Movimiento político y menos aún contra un hombre. Pudo haber vetado a un hombre pero no puede vetar a un pueblo, prohibiendo su doctrina y anulando arbitrariamente la Constitución que este Pueblo se dio en ejercicio de sus derechos más soberanos. Por eso debimos luchar, porque se trata de destruir al Pueblo y sus conquistas.

No se trata aquí de soluciones para los dirigentes ni de satisfacer ambiciones de poder o de gloria para nadie, porque eso no tiene importancia alguna frente a la tragedia del Pueblo que lo ha perdido todo. Lamentamos como el que más la suerte de miles de compañeros que gimen hoy en las mazmorras de la tiranía y nos solidarizamos con ellos en ese dolor y en ese sacrifico Pero el momento impone luchar a los que quedamos en condiciones de hacerlo, con los medios y mediante las formas que se nos presenten como más adecuadas. Sólo así podremos defender al Pueblo y servirlo.

Me han ofrecido soluciones para mí de toda clase desde que salí de Buenos Aires en 1955, pero, hubiera sido una indignidad y una traición, si yo obedeciendo a mis intereses más que a mis ideales, hubiera aceptado alguna de ellas. Yo no tengo problema, el que lo tiene es el Pueblo Argentino y, en consecuencia, la única solución para mí es aquella que devuelva al Pueblo su soberanía sojuzgada, sus conquistas suprimidas y sus derechos conculcados. Creo que todos los peronistas han de pensar de la misma manera porque de lo contrario demostrarían que no son peronistas.

En los primeros días del año 1956, perdidos todos los contactos con los dirigentes, mientras estaba exilado en Panamá, establecí conexiones y enlace con el doctor John W. Cooke que, desde la cárcel, me comunicaba que en vista de la disolución del Partido Peronista, él había constituido el Comando Peronista en la Capital, para enfrentar la lucha a que nos llevaba la canalla dictatorial. Desde ese día no hemos perdido el mencionado contacto. Fue por su intermedio que pude vivir la situación y hacer llegar mi palabra a los compañeros de todo el país. Por sus enviados supe el estallido de la Revolución del 9 de junio de 1956 y por él he conocido las ulteriores informaciones sobre la situación actual. A él le he hecho llegar mis directivas y en él delegué en aquella ocasión mi representación total en el país, ya que era necesario que alguien pudiera resolver lo que se presentara con perentoria premura, sin esperar una consulta conmigo. Como los intentos de asesinarme de la dictadura, llegaban a mí a través de sus enviados, algunos de los cuales fueron detenidos y otros corridos, ponían en peligro que cualquier día pudieran lograr su intento, mandé al doctor Cooke un documento en el que lo declaraba mi reemplazante en caso de muerte.

El doctor Cooke fue el único dirigente que se conectó a mí y el único que tomó abiertamente una posición de absoluta in transigencia, como creo yo que corresponde al momento qué vive nuestro Movimiento. Fue también el único dirigente que sin pérdida de tiempo constituyó un Comando de lucha en la Capital que confió a Lagomarsino y Marcos, mientras él estuviera en la cárcel. Fue también el único dirigente que mantuvo permanente enlace conmigo y que, a pesar de sus desplazamientos de una cárcel a otra, pudo llegar siempre a mí con sus informaciones y yo a él con mis directivas. Es así que, habiéndose visto en la necesidad de romper los documentos que yo le había enviado para que no cayeran en manos del enemigo, le ratifiqué los mismos en el mes de febrero.

Durante este año y medio me ha sido dado organizar a todos los exilados políticos que en el mundo deambulan detrás de su comida, en Comandos de Exilados y hoy tenemos una extraordinaria organización exterior, que cubre casi la totalidadde los países que nos interesan y desde allí combaten por todos los medios a la canalla dictatorial, neutralizando la acción de lo paniaguados de su "servicio diplomático" ocupados en ganar buenos sueldos, pasar buena vida y hacer contrabando.

También, suprimido por decreto el Movimiento Peronista una inmensa organización clandestina se ha extendido por todo el país, en la que se ha encuadrado a los peronistas que no defeccionaron y que siguieron firmes en el servicio del pueblo Esta organización distribuida en toda la República se extiende intensifica día a día. Ella es la que realiza la resistencia (moderna forma de combatir a la ignominia) esperando la hora que ha de llegar.

El Comando Superior Peronista ha impartido "Directivas Generales para todos los peronistas" y "Directivas General para todos los dirigentes" que habiendo llegado a las organizaciones están en plena ejecución. Nadie puede considerarse peronista si no conoce, no cumple y no hace cumplir esas directivas que, por otra parte, no hacen sino repetir lo que el Pueblo quiere y los peronistas anhelan realizar en este negro momento de nuestro destino nacional.

Los que creen que antes que los objetivos del Pueblo, están las acciones de pacificación, han pretendido desconocerlas y su castigo ha sido el que era de esperar: el repudio de las masas populares.

La dictadura, hija de sus propias pasiones, errores y horrores se ha ido descomponiendo todos los días, hasta llegar al momento en que sólo piensa en "largar" de cualquier manera el Gobierno. Al hacerlo quiere intentar por lo menos dejar a otro que le cuide las espaldas; pero, como no tiene opinión ni siquiera para intentar una elección en la que pueda realizar el fraude, intenta formar un partido oficialista con los recortes y desperdicios de los otros, producidos por la deserción de los que quieren medrar con la dictadura.

Las elecciones de Constituyentes constituirán la prueba y entrenamiento para el fraude de las elecciones generales, si es que se llega a ellas.

¿Cómo es posible que haya alguien entre los peronistas que pueda creer que alguna solución pueda surgir para la justicia y la verdad, en medio de tanta porquería? Y, ¿cómo es posible que, espontáneamente, todo el peronismo como un sólo hombre no repudie semejantes formas de la infamia? Hay que hacer todo lo necesario para impedir que tales elecciones puedan realizarse; impedir así el escape político a la canalla dictatorial que debe sucumbir en el puesto y quedar aniquilada para siempre Por el propio Pueblo que se hará la justicia a que tiene derecho en esta emergencia.

Cualquier otra solución llevará siempre a males peores para la República. Si un Gobierno fraudulento surgiera de esas pseudo elecciones estaría respaldado por el diez por ciento del pueblo ¿Cuánto tiempo duraría, cuando el Pueblo pudiera accionar libremente? En este momento no hay otra solución que la lucha por los medios indicados en las Directivas del Comando Superior Peronista, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Yo veo a través de esa solución, coincidir los intereses del Pueblo con las necesidades de la Nación y el estado anímico de las masas y cuando estas tres circunstancias coinciden, no hay poder humano que pueda torcer el curso de los acontecimientos. Será dentro de poco, será dentro de mucho, pero será. Y, cuando el odio y el deseo de venganza que estos insensatos han despertado en las masas, salga a la calle en forma de fuerza motriz, no habrá tampoco poder que pueda evitar la masacre que se está preparando mediante la siembra del odio.

Todo eso es favorable a nosotros que, en tanto la canalla dictatorial se descompone, nos "componemos". El ideal, que animó a nuestras masas obreras y peronistas, da continuidad en el esfuerzo, pero no le da intensidad a la lucha. Esa intensidad sólo le da el odio. Si bien nuestro defecto fue no haber tenido odio, hoy todo ha sido subsanado, desde que la dictadura con sus procedimientos y enormidades nos lo ha dado por toneladas. Estamos listos para iniciar la grande y definitiva etapa justicialista en su lucha final. Las revoluciones sociales, como la nuestra, han partido siempre del caos en su consolidación y el caos está cercano, sólo que nosotros debemos acelerarlo y provocarlo y no temerlo. De allí saldrá el pueblo con lo suyo en sus manos y, entonces, ya nadie se lo podrá quitar más.

La descomposición de la dictadura es evidente, el caos económico que sus despropósitos gubernativos han producido se complementa con la anarquía social que sus abusos han provocado. Las persecuciones sin nombre a la ciudadanía y la acción política interesada en el fraude han llevado este campo a la disolución absoluta. Las Fuerzas Armadas, único sostén de la tiranía han entrado en una etapa de putrefacción indetenible. Mina su disciplina, alterados todos los valores de la jerarquía, contrapuestos al Pueblo, no han de tardar en sucumbir a su propia descomposición ¿Qué le quedará en ese momento a la dictadura? Si la resistencia popular acelera el proceso y la organización clandestina sigue adelante con decisión y con fe, el momento no estará lejano y, cuando llegue el momento, la última palabra es­tará en los labios de quien disponga de una masa organizada y disciplinada en condiciones de obrar con unidad de acción.

Cualquiera que en este momento arrojara a los actuales vándalos que usurpan el poder y los reemplazara, estaría a poco en una situación semejante a la de ellos. Estos "gobiernos espurios" por la propia naturaleza de su procedencia están irremisiblemente perdidos desde el momento mismo en que usurpan el poder. El poder es algo así como un hierro al rojo que, para manejarlo, es menester tener las herramientas y estas herramientas las da sólo el Pueblo. Por eso no debemos temer a los numerosos "salvadores de la Patria" que en estos momentos pululan por todas partes. Esos son sólo buitres que han olfatea­do el cadáver y se preparan para comer, siempre que los leones se lo permitan. Nada quedará resuelto definitivamente hasta que el Pueblo diga su palabra y nosotros sabemos cuál será la palabra del Pueblo. Entre tanto hay que tener buenos nervios y saber esperar. Que la dictadura esté frenética por "largar el gobierno" es el índice de nuestro cercano triunfo si sabemos mantener una voluntad firme y decidida hasta el fin, como corresponde a una lucha de voluntades, que no es otra cosa la lid política.

La tragedia de todos los que en estos momentos ofician de dirigentes políticos de los partidos permitidos por la dictadura, es la consecuencia de su propia infidelidad al Pueblo: ver a la masa popular, cruzada de brazos, que los observa y espera. Una masa adoctrinada y "plitizada" como la nuestra no es de las que ceden al engaño ni a la concupiscencia. Ella sabe bien que los cantos de sirena son siempre anuncio de tragedia y el Pueblo quiere vivir y resolver su propia tragedia sin la intervención de esas sirenas ya muy conocidas. Podrán haber algunos engañados, podrán existir algunos felones y tránsfugas, pero la masa popular estará firme hasta el fin. El Pueblo conoce bien sus objetivos y sabe bien lo que quiere, como asimismo quiénes son los que se lo pueden dar. Precisamente el error de los políticos ha consistido en engañarse a sí mismos diciendo que la acción justicialista ha sido sólo demagogia de Perón, sin darse cuenta que la dictadura al cercenar las conquistas, imponer la tiranía y despreciar al Pueblo, ha probado precisamente lo contrario. El Pueblo no duda que los dirigentes políticos que acompañaron y dieron respaldo a la canalla dictatorial se confabular con ésta para expoliarlo y escarnecerlo. Por eso ya jamás podrán engañar al Pueblo por más que lo intenten. El mismo Frondizi que ahora intenta "trabajar de peronista", se manifiesta extrañado del repudio de la masa, olvidando que él respaldó 1 masacres de obreros, los fusilamientos, las prisiones y la persecución despiadada y cruel de los ciudadanos, por el delito de n pensar como ellos.

El problema argentino no puede ser juzgado con los conceptos clásicos porque se trata de un hecho nuevo en la historia política argentina. Las soluciones que están a la vista son me mente soluciones políticas, carentes de trascendencia historie Lo permanente es este proceso histórico que los política parecen haber olvidado. Los hechos políticos son meras formas transitorias en tanto el quehacer histórico es el permanente. Por eso nuestro Movimiento es el permanente, en tanto esta revolución reaccionaria es un episodio circunstancial y transito Así, nosotros debemos luchar por la solución permanente y no para salir del paso mediante un subterfugio político.

De acuerdo con las directivas del Comando Superior Peronista hay que organizarse en la clandestinidad y mantener organizaciones de todo tipo que aseguren la cohesión y la meza de nuestras fuerzas. Entre tanto hay que mantener resistencia intensificándola y extendiéndola a todo el país.

Mientras nuestro Movimiento se encuentre excluido de las decisiones electorales debemos seguir insurreccionando el Pueblo en busca de una solución revolucionaria o insurrecionando el Pueblo en busca de una solución revolucionaria o insurreccional. Es menester que todos los peronistas, todos los días y en todo lugar se dediquen a combatir sin cuartel y sin descanso a la tiranía, hasta que ésta caiga aniquilada.

El mantenimiento de una absoluta y cerrada intransigencia con firme voluntad de vencer e inquebrantable decisión de llevar la lucha adelante, será el único secreto de nuestro éxito final. El Pueblo no puede ser vencido por las Fuerzas Armadas si él se decide a poner en acción sus extraordinarios poderes naturales. Nosotros los dirigentes, compenetrados de ello, estamos en la obligación de mantener en alto las banderas de su reivindicación definitiva. Creo que los momentos que vivimos son de pelea y no de discusión. Por eso no le doy tanta importancia a las relaciones entre los comandos como a la acción que ha de desarrollarse. La organización clandestina ha llevado a la necesidad de descentralizar el mando y la dirección. Si se tratara de un problema político, cuya solución implicara la necesidad de accionar en ese campo, podría tener importancia la designación de un organismo partidario pero, tratándose de un hecho insurreccional, sólo cuentan los organismos de acción en todos los campos, desde que los bandos, en permanente lucha, sólo necesitan directivas para la acción de conjunto, o que ya el Comando Superior Peronista ha impartido.

A los compañeros que están en la cárcel deseo hacerles llegar mi abrazo más afectuoso, con la seguridad de que no dejamos un solo instante de pensar en ellos. Sabemos bien los hechos y conocemos la admirable conducta de muchos de ellos que no han cedido ante las presiones inauditas de la canalla dictatorial: ese será el galardón más digno para su futura actuación al frente de nuestras fuerzas que, conociéndolo valora en toda su grandeza el sacrificio de esos valerosos compañeros.

Por su intermedio deseo hacerles llegar mi saludo y mi abrazo de hermano, con la seguridad de que en la justicia y la verdad de nuestra causa está el germen de nuestra victoria final Ese día será el de las compensaciones a las penas y los dolores actuales.

Un gran abrazo

Firmado: Pecinco (Perón)

lunes, 4 de noviembre de 2019

Se cumplen 47 años de esta carta de Perón al compañero Rucci




Carta a José Ignacio Rucci 4 de noviembre de 1972

Escrito por Juan Domingo Perón.

Madrid, 4 de noviembre de 1972.

Al Sr. José I. Rucci Buenos Aires

Querido Rucci:

En los diez minutos que me deja libre Cámpora, quiero contestar su carta de anteayer. Comienzo por hacerle llegar mi más sincera felicitación por su brillante exposición en la reunión con el Presidente, que no sólo demuestra la definida posición del Movimiento Obrero con referencia al problema argentino, sino también la capacidad y madurez de sus dirigentes. Puede ser que una demostración semejante pudiera influenciar el ánimo del General Lanusse en forma más positiva que lo que nos ha sido posible contemplar hasta ahora.

La resolución de asistir a la reunión parte de la Central Obrera como de los Secretarios Generales ha sido excelente: cuando se tiene posición tomada y una'conveniente organización, nada puede impedir el diálogo que, aparte de todo, puede ser constructivo para el destino de la Patria. Los tontos y los negativos no pueden ni deben influenciar las decisiones que pueden ser trascendentes.

Podemos estar seguros, que si el ánimo del Presidente abrigaba designios inconfesables, ha de haber quedado convencido de su frustración, después de su brillante y elocuente disertación. No creo que nadie haya dicho mejor tantas cosas y tan claramente expuestas.

Por todo ello y a pesar de la premura del tiempo, no he querido que regrese Cámpora sin llevarle, junto con mi saludo más cariñoso, mi enhorabuena y mi calurosa felicitación por este nuevo triunfo que, Usted ha sabido conquistar con una verdad que no muchos saben desentrañar y, además, con una elocuencia que no es usual en esta clase de diálogos.

Le ruego un saludo afectuoso para todos los compañeros.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan Domingo Perón.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Merino, Perón y la doctrina de Jesucristo




"El publicista cubano Isidoro Virgilio Merino dice que tienen razón quienes pretenden desconocer la originalidad de la doctrina justicialista, y agrega: «Reconocemos que antes que Perón se escuchó a un hombre predicar el justicialismo, y consideramos que Perón se siente satisfecho de ese excelso precursor, que fue nada menos que Jesús de Nazareth. Bienaventurado el hombre que ha sabido organizar hasta convertir en realidad, directamente en su pueblo y por derivación en todo el mundo, la doctrina del más justo de los hombres. A ningún mortal le es dado llegar a la dimensión de Cristo, pero alta gloria es merecer el título de buen discípulo del Maestro»"

martes, 30 de julio de 2019

Hace 46 años Perón daba cátedra en la CGT.




DISCURSO PRONUNCIADO EN LA CONFEDERACION GENERAL DEL TRABAJO (CGT) JUAN DOMINGO PERÓN 
[30 de Julio de 1973]


Conversaba con uno de los dirigentes diplomáticos que actuaron en el Congreso de Estocolmo, que se reunió para la defensa ecológica de la Tierra; porque el hombre ha comenzado a pensar que está despilfarrando los medios naturales que no son infinitos, desgraciadamente, y que un día va a llegar en que se va a quedar sin tierra, sin agua y sin aire, y entonces sí que la va a pasar canuta, como dicen los gallegos.
Indudablemente, este proceso el hombre ha comenzado a verlo. Y yo conversaba con ese señor, un hombre de gran ilustración, de gran capacidad y sobre todo de grandes conocimientos. Le preguntaba qué sacaron en limpio de esa reunión, y me contestó: “Extraordinario. En primer lugar, allí no se habló de los países, se habló de la Tierra. Segundo, nos dimos cuenta de que el mundo marcha hacia la universalización o hacia la hecatombe: segunda enseñanza. Y tercera, nos dimos cuenta de lo estúpidos que han sido los hombres que durante siglos han muerto por millones, defendiendo unas fronteras que solo estaban en su imaginación”.
Frente a este imperativo de la evolución, nosotros debemos pensar que quizás antes del año 2000, en que se doblará la actual población de la Tierra y disminuirá a la mitad la materia prima disponible para seguir viviendo, se va a tener que producir, indefectiblemente, la integración universal. Es decir que los hombres deberán ponerse de acuerdo en la defensa total de la Tierra y su utilización como hermanos y no como enemigos unos de otros.
Además de eso, será necesario llegar a la solución del problema de la superpoblación. En la Tierra ya ha habido superpoblación; eso se ha producido en algunas regiones, ya que obedece no sólo al número de habitantes, sino a la desproporción entre el número de habitantes y los medios de subsistencia.
Las soluciones han sido siempre de dos naturalezas: una es la supresión biológica, es decir, matar gente, de lo cual se encargan la guerra, las pestes y el hambre, que es la enfermedad que más mata en la Tierra. La otra solución es el reordenamiento geopolítico, que permite una mayor producción y una mejor distribución de los medios de subsistencia.
Si el hombre, en lo que resta hasta el año 2000 y comienzo del siglo XXI, no ha resuelto el problema por la vía geopolítica, produciendo más y distribuyendo con mayor justicia lo que el hombre necesita para subsistir, no quedará otro remedio que lanzar en masa la bomba atómica, que también puede ser una solución si la insensatez de los hombres no ha utilizado el camino constructivo y se han decidido por el destructivo.
Compañeros: estas son cosas tan claras que no es necesario ser científico ni estar muy bien informado para comprenderlas. Basta oírlas y conocerlas. Son cosas evidentes, como es evidente la verdad que habla sin artificios.
Si ése es el problema, la universalización de la Tierra será el mejor camino para la solución geopolítica. Es decir, para resolver el problema con una mejor producción, mejor organizada y mejor distribuida, tanto de la comida como de la materia prima, que van a ser las dos necesidades prioritarias en ese futuro ya casi inmediato.
Si eso ha de hacerse, no se hará por sí solo, porque estas cosas solas no se pueden realizar. Tendrán que ser realizadas por las grandes fuerzas que orientan y manejan la transformación de la humanidad.
En este momento serían: el imperialismo yanqui, o el imperialismo soviético, o un tercer mundo. Si esa integración universal la realizara cualquiera de los imperialismos, la haría para su provecho, y no en provecho de los demás. Solamente la conformación de un tercer mundo podría ser una garantía para que la humanidad pudiese disfrutar de un mundo mejor en el futuro. Pero para eso, ese tercer mundo tiene que organizarse y fortalecerse.
Hace ya casi treinta años, nosotros, desde aquí, lanzamos la famosa tercera posición, que entonces cayó aparentemente en el vacío, porque había terminado la guerra mundial y no estaba el horno para bollos. Se rieron de nosotros. Pero han pasado veintisiete años desde entonces, y hoy las tres cuartas partes del mundo pujan por estar en ese tercer mundo.
Estos son, compañeros, los grandes problemas. Los pequeños problemas políticos en los cuales hemos estado empeñados hasta ahora los argentinos, frente a estas acechanzas del futuro inmediato ¿qué importancia pueden tener? Son asuntos pequeños y gallináceos, diríamos así, que andan a ras del suelo. Es necesario pensar ya en grande, para el mundo, dentro del cual nosotros realizaremos nuestro destino o sucumbiremos en la misma adversidad en que sucumban los demás.
Hoy es necesario pensar de otra manera. Ya no se puede pensar con la pequeñez de los tiempos en que todos querían disfrutar y ninguno quería comprometer su destino ni su felicidad futura para asociarla a la de los demás. Hoy eso es indispensable, porque en un mundo que no se realice, no habrá país que pueda hacerlo, y dentro de esos países que no se realicen, no habrá individuos que puedan lograrlo.
Trabajar hoy por la felicidad del hermano vecino es trabajar también por la felicidad de todos los demás.
Pienso yo que ése es el camino de nuestra revolución. Si nosotros entendemos eso, no habrá otra revolución que pueda estar sobre los objetivos de la que nosotros defendemos, integrándonos en el continente latinoamericano, que es el último que va quedando por integrarse. Todos los demás lo han hecho. Europa se ha integrado ya casi en una asociación confederativa política para defenderse de las acechanzas de ese futuro, que ellos ven con una tremenda claridad. Se está integrando Asia, como se está integrando África. Y nosotros vamos resultando el último orejón del tarro.
Ése es el empeño que debemos poner, en eso estamos. En 1948 realizamos un tratado de complementación económica en Chile, buscando crear la comunidad económica latinoamericana, que pusiera en paralelo nuestros intereses y uniera nuestros países. Tuvimos mucho éxito inicialmente; casi todos los países latinoamericanos, excepto los cipayos conocidos, se unieron y adhirieron a ese tratado de complementación económica.
Fíjense que lo hicimos en 1948, y en esto los apresurados fuimos nosotros, porque Europa lo hace después, en 1958, en el Tratado de Roma, diez años después que nosotros. Y ahora nosotros estamos veinte años más atrás que ellos.
Indudablemente, nosotros caímos bajo la férula del imperialismo yanqui, que no permitió a estos países unirse, y que ha estado luchando siempre por separarlos y enfrentarlos entre sí, a fin de que esa unidad no se produzca.
¿Por qué lo han hecho? Muy simplemente, porque ellos se están quedando sin materias primas y están queriendo conservar como países satélites a aquellos que tengan las grandes reservas de comida y materias primas para esa superpoblación que está ya a 25 ó 30 años de distancia. Ellos querrán que después nosotros trabajemos para darles a ellos de comer y para darles nuestra materia prima. ¿Por qué? Porque los países superdesarrollados son los pobres del futuro, y los países infradesarrollados serán los ricos del futuro, que tendrán la materia prima y la comida suficiente.
Ahora bien, ésa es nuestra esperanza, pero también es nuestro peligro, porque la historia prueba que cuando los grandes y los fuertes han necesitado ambas cosas, salieron a buscarlas donde estén, por las buenas o por las malas.
Por eso dije yo, hace ya veinticinco años, que el año 2000 nos encontrará unidos o dominados, y cada día que pasa se comprueba más esto.
Hace pocos días, en Medio Oriente amenazaron a Estados Unidos con cerrarle el grifo del petróleo. El petróleo que produce Medio Oriente es el 80 % del petróleo del mundo, de manera que si ellos cierran la canilla, la industria norteamericana, que está toda montada sobre energía basada en petróleo, tendrá un sacudón muy fuerte.
¿Cómo contestó Estados Unidos? El Senado de Estados Unidos contestó que si eso hacían los árabes, Estados Unidos ocuparía el Medio Oriente. Eso lo van a hacer; pero no sólo con los árabes: ¡lo van a hacer también con nosotros el día en que necesiten y no tengan!
JUAN DOMINGO PERÓN

martes, 11 de junio de 2019

Lo asesinaban, hace 63 años, al Sargento Ayudante Isauro Costa




Sargento Ayudante del Ejército Argentino. Peronista. Fusilado en la Penitenciaria Nacional de la Avenida Las Heras. Ocurrió luego del frustrado intento del 9 de junio de 1956 (comandado por el General Juan José Valle), por recuperar la soberanía popular arrebatada por el sangriento golpe militar de Rojas y Aramburu, protagonizado un año antes.